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Causa sorpresa asociar a la literatura infantil con la violencia lenta: después de todo este concepto de Rob Nixon se usa para dar cuenta de las injusticias de la degradación ambiental. Pero es un concepto que nos permite atender a ese creciente sentimiento de estar implicadas en un fenómeno problemático  que ocurre con la producción de la cultura del libro infantil y las prácticas de conocimiento asociadas a él. En lo que sigue, compartimos nuestras ideas sobre cómo la cultura del libro infantil puede ser vista como un sitio de violencia lenta. Nos preguntamos luego cómo contrarrestar sus consecuencias que se despliegan suprepticiamente a través de escalas generacionales y geopolíticas.

Distintes investigadores, como Jaqueline Rose, Karin Lesnik-Oberstein, John Zornado y Jack Zipes arguyen que la literatura infantil no es para ni sobre les niñes sino para y sobre los adultos y nuestras ideas sobre qué es lo que les niñes necesitarían: la literatura infantil representa un orden social normado por lo adulto en la que lo infantil es visto como deficitario (Nikolajeva). La literatura infantil se subsume así a la lógica de lo pedagógico reforzando esos valores dominantes que siguen definiendo el pasado, presente y futuro.

(Nodelman, Beauvais). Esta visión sobre la literatura infantil ha sido desafiada con la propuesta de que los libros para los más jóvenes lectores catalizan formas de parentesco intergeneracional (Gubar) y solidaridad (Deszcz-Tryhubczak and Jaques). Hemos sugerido que este campo integre la investigación con y sobre libros para tener una aproximación más compleja a cómo los libros se entraman en relaciones más-que-humanas con les lectores y otros actantes (García-Gonzalez and Deszcz-Tryhubczak). A pesar de las diferencias en estas aproximaciones, todas parecen concordar en una creencia profundamente arraigada de que el gusto por la lectura y la participación en la cultura del libro infantil es crucial para las jóvenes generaciones como un pasaporte para un mejor futuro. Ese futuro se reclama sin que les adultes atiendan las demandas del presente; es una promesa para aquellos que siguen consideraciones mainstream sobre lo que sería leer literatura (Errázuriz and García-González). El niñe imaginade que lee literature corporiza así privilegios. Sostenemos aquí que esa promesa del futuro, ese deseo del Proyecto pedagógico dedicado a los más jóvenes hace de la literatura infantil un sitio de violencia lenta en el que distintas exclusiones ocurren.

La violencia lenta ocurre gradualmente y no es considerada violencia en lo más mínimo. La literatura infantil no es vista como perniciosa, sino que como un proyecto beneficioso para todas y todos los niños y niñas. Sin embargo, es una institución que se ensambla en la producción y naturalización de exclusiones en relación a dimensiones de clase, etnicidad, género y habilidades, entre otros. Robin Bernstein y Donnarae MacCann advierten, entre otras investigadoras, sobre cómo los niños y niñas negros han sido dehumanizados en la literatura infantil, mientras que los niños y niñas  blancos se producen como seres inocentes con futuros promisorios. En textos contemporáneos, los niños blancos están sobrerepresentados, mientras que los no-blancos son presentados marginalmente.

La violencia en la literatura infantil no ocurre solo al nivel de la representación, sino también en el tramado de distintas fuerzas que producen la intensidad de la cultura del libro infantil. El mercado occidental de literatura infantil ha crecido exponencialmente en las décadas recientes, siendo acompañado de un extenso sistema de premios y reconocimientos nacionales e internacionales (Kidd and Thomas Jr. 2017). Hoy proliferan las listas de recomendación de lectura y distintas actividades de mediación de la lectura; la investigación en el campo de la literatura infantil y juvenil también se expande y muy frecuentemente, pensamos, se limita a la selección y validación de obras. El comentario de textos literarios es, obviamente, para lo que estamos entrenadas: entregamos posibles lecturas en la esperanza de que les serán útiles a quienes trabajan en el proyecto pedagógico, como les bibliotecaries, docentes y otros mediadores de lectura. Tenemos nuestras limitaciones disciplinares e institucionales, pero debiésemos estar más atentas a cómo nuestra forma de pensar y hacer contribuye también a al reproducción de jerarquías blancas, eurocéntricas y humanistas que excluyen tantas otras historias, formas de leer y formas de consumo y creación cultural. Las recomendaciones de bellos libros suele obviar una reflexión sobre cuán inaccesibles son a la gran mayoría de los niños y niñas del mundo. Nuestra celebración de la cultura del libro infantil es así cómplice de la reproducción de injusticias sociales globales.


Pensar la literatura infantil como un sitio de violencia lenta nos permite apreciar también cómo es que los libros y la educación son parte integral de lo que Aníbal Quijano llama la “colonialidad del poder” que se impone a través de la reproducción cultural y el deseo de asimilación. La cultura letrada es opuesta a la tradición oral y a las epistemologías locales como una forma de imponer no solo el idioma de quien viene a dominar, sino también esas formas eurocéntricas de producir conocimiento. Para contrarrestar esas operaciones de la violencia lenta en la cultura del libro infantil tenemos que desaprender las jerarquías implicadas en esa reproducción cultural y abrirnos a otros textos, historias y formas de leer —no sólo en relación a la tradición oral y folclórica, sino también en relación a nuevos medios y otras formas diversas de cultura de niñes. También podemos contrarrestar esas operaciones abriendo preguntas sobre qué formas de entender la literatura se pierden cuando enfocamos nuestros esfuerzos en la selección de textos, en la promoción de estos o en la celebración de eventos como el Día Internacional del Libro. ¿Quién está excluido cuando la lectura literaria es celebrada como un elemento crucial en la producción de los ciudadanos del mañana? ¿Cuán lentas, invisibles y recurrentes son esas exclusiones?

Cite as: Macarena García-González and Justyna Deszcz-Tryhubczak, “La literatura infantil como un sitio de violencia lenta,” in Reimagining Childhood Studies, 18th May 2021, https://reimaginingchildhoodstudies.com/la-literatura-infantil-como-un-sitio-de-violencia-lenta. / Translated by Macarena García-González.

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